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Del latín nonus, (ñoñus, anciano) se aplica al que se siente débil y da muestras de ello. Es equivalente a queja inmotivada, a delicadeza excesiva o a torpeza en la expresión o en el comportamiento.
Si se atribuye a la debilidad natural del anciano no es expresión despectiva. Pero en el uso ordinario expresa desprecio ante la inseguridad inmotivada y ante la falta de energía para enfrentarse con el dolor o el trabajo.
Es también gesto de susceptibilidad y finura artificial y exigencia desproporcionada de trato delicado. Hace parecer afectado y quejicoso, asustadizo y acomplejado al que se comporta de esa manera. Es lo contrario a fortaleza, resistencia, aguante y energía.
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